viernes, 21 de mayo de 2021

Robledillo de la Jara, Collado del Fragüela, Río de la Puebla, Senda Genaro, El Atazar

Robledillo de la Jara, Collado de la Fragüela, Río Riato o de la Puebla, Senda Genaro, Barranco Gaspar, Barranco del Roble, Barranco Juan Blanco, Arroyo Culicalla, El Atazar, Iglesia de Santa Catalina.

M A P A      PE R F I L      F O T O S      TrackKML      W I K I L O C      Análisis IBP

Tipo de Ruta: Circular      Dificultad: Baja / Media      Recorrido: 16,8 km      Ciclable: NO

Tiempo Total: 4:55 horas     Tiempo en Movimiento: 3:49 horas      Altitud mínima: 874 metros  

Altitud máxima: 1.129 metros      Desnivel positivo: 643 metros      Desnivel negativo: 640 metros

Desnivel acumulado: 1.243 metros      Fuentes: SI (pueblo)      Sombras: 15%     

Recomendada: evitar días muy calurosos      Realizada: 20-05-2021      Señalizada: SI (todo el GR)

Descripción:

Por primera vez me decido hacer una ruta de ida y vuelta, que finalmente ha resultado circular en lo andado dentro del T. M. de Robledillo. El motivo es que el pueblo de destino, El Atazar, solo tiene acceso por carretera desde Patones y pretender llevar un vehículo a él, supone una gran pérdida de tiempo. Por tanto y para acortar el recorrido se inicia en el alto del Collado de la Fragüela, muy cerca de la ctra M-130; un buen lugar para dejar varios coches.

En la aventura me acompañan: Ángel, Julio, Vicente y Victorino; nombrado siempre al final por utilizar el orden alfabético. El tramo de aquí hasta el punto más bajo, transita casi íntegramente entre pinares, lo que agradecemos a la vuelta, dado que estamos viviendo un verano adelantado. El camino/pista/carretera (vistas las señales de velocidad y peso de vehículos en el puente) es de tierra, siendo mínimamente frecuentada por vehículos y yo añadiría; no aconsejable.

Viendo a la derecha la calzada hormigonada que lleva al cerro Matachines, mi idea era seguir la pista que da un rodeo, pero Victorino se lanza directamente al camino que se ve más abajo, con la vista al frente del cerro de Cabeza Antón. Andados cuatro pasos por el cómodo vial, hay un cortafuego y buscando algo de aventura a sabiendas del monótono trazado, bajamos por él, avistando la gran depresión del río; que cuando estamos a mitad del atajo, nos damos cuenta que es brazo del embalse.

Los setecientos metros del cortafuego ya han sido con una pendiente media del 20% y rampa del 30%, pero es que los doscientos metros hasta la llanura por donde discurre el agua, es un despeñadero con un 47% que ¡oh sorpresa! Encontramos un rastro bien visible que facilita el descenso. Lo cierto es que ha valido la pena, el lugar es de una belleza inenarrable, viendo la corriente hacer los meandros en el ancho del barranco.

El asunto ahora es cruzarlo, tras andar aguas arriba medio kilómetro hay una represa natural sobre la hay un pequeño tronco y a continuación han depositado piedras, por donde pasan Ángel, Julio y Victorino, yo más precavido o cobarde, sigo adelante con Vicente, que no si es por lo mismo o por no dejarme solo. Pasados uno doscientos metros más, encontramos un estrechamiento y dando un salto lo salvamos, pisando el T. M. de El Atazar y saliendo a la pista por encima del Refugio/Descansadero.

Acelerando el paso, damos alcance al resto y por zona totalmente despejada remontamos hasta el desvío a izquierda de una primera senda que sube hacia los Llanos de la Portezuela, el cerro Cruz del Cornocoso y Cabeza Antón; con varios desvíos hacia El Atazar, ha distinta altura. La vereda no es visible los primeros diez metros; pero luego se abre paso entre las jaras. Yo puse un hito de piedra, aunque al ser oscura no se aprecia mucho.

Nosotros seguimos el ancho camino disfrutando de un primer mirador del río y las antenas de Matachines, pasando a continuación el Barranco Gaspar y el Barranco del Roble. Después de otra ese, en la siguiente curva a derecha, asciende una segunda senda junto a la baliza del GR-300; hacia los cerros y El Atazar. En unos trescientos metros disponemos de otro buen mirador y luego está, el Barranco Juan Blanco; por todas éstas vaguadas bajan en invierno, torrentosas aguas al embalse.

Hecho un corto descenso hasta la siguiente curva a derecha, pasamos el Arroyo Culicalla y de nuevo en subida, cruzamos un regato; ambos secos. La remontada termina en otro punto panorámico, metros antes del desvío de la Senda 3, donde hay un nutrido grupo de trabajadores, abriendo un cortafuego entre las jaras; a ambos lados del camino.

Con la vista del pequeño pueblo descendemos hasta otra vaguada y alcanzada las casas, rodeamos el pueblo para pasar por la zona de las antiguas Eras de Trillar, una sucesión de escalonamientos donde se desbrozaba el trigo y hoy, están decoradas con una serie de siluetas y paneles que informan de los usos y costumbres de la época.   

Pasado el helipuerto y la pista de tenis, hay dos hermosos chopos, a cuya sombra hacemos la parada técnica; junto a una Fuente de manantial, cuyo <grifo> deja mucho que desear. Puestos en marcha, el paseo nos lleva hasta el mirador de la Sierra de Ayllón, punto más al norte del lugar; punto por donde pasa el GR-88 y parten las tres sendas locales Ruta 1 Tinao del Águila, Ruta 2 Dehesa Boyal y Ruta 3 Tinados del Pisanchón.  

Luego bajamos hasta la Plaza de la Constitución para ver la Iglesia de Santa Catalina y regresamos a las eras, para salir por el mismo camino que vinimos. Desandado el trayecto casi cinco kilómetros, llegamos al Refugio/Descansadero y puente sobre el Río Riato, volviendo a tierras de Robledillo. A la derecha y muy cercana a cauce, va una senda que lleva a una pequeña presa, de la que a derecha partía un canal.

Los algo más de tres kilómetros que restan, serán entre el denso pinar de repoblación; aunque la amplitud de la pista deja penetrar el sol más de lo deseable. El camino se retuerce por encima de los barrancos de pajar, Vallejo y Tierra Cárdena, pasando entre dos restos de corrales. Gracias a las continuas curvas, subimos con una pendiente media del 8% y rampa máxima del 22%; finalizando el vistoso recorrido.

Tengo que aclarar que la incursión al observatorio de aves, la hice en solitario por ver como se mantenía, pues lo vi por primera vez hace ya cuatro años; con una ruta se iniciaba en Cervera de Buitrago.

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