jueves, 4 de febrero de 2021

Santa María de la Alameda, ruta 08 Robledondo, arroyo del Hornillo, Canal del Tobar, Puerto de Malagón, Cerro de la Cabeza

Santa María de la Alameda, Robledondo, Senda de la Solana, Camino del Hontanillo, Senda del Hornillo, Chorrera Baja del Hornillo, Arroyo de Majadahonda, Arroyo del Hornillo, Chorrera Alta del Hornillo, Arroyo del Tobar, Senda del Risco del Galdano, Canal del Tobar, Embalse del Tobar, Puerto de Malagón, Cerro de la Cabeza.


M A P A      P E R F I L      F O T O S      Track KML      W I K I L O C      Análisis IBP

Tipo de Ruta: Circular      Dificultad: M / A (IBP: 85     Recorrido: 17,4 km      Ciclable: NO

Tiempo Total: 6:46 horas     Tiempo en Movimiento: 4:21 horas      Altitud mínima: 1.162 metros  

Altitud máxima: 1.679 metros      Desnivel positivo: 896 metros      Desnivel negativo: 896 metros

Desnivel acumulado: 1.792 metros      Fuentes: NO      Sombras: 20%     

Recomendada: todo el año      Realizada: 02-02-2021      Señalizada: parcialmente

           

Descripción:

Parecía que a la ruta de hoy solo me acompañarían Fernando y Ángel, que dieron la conformidad desde el principio, pero finalmente se unieron los capitalinos: José, Rafa, Vicente y Victorino: éste con un trazado acorde a sus <condiciones físicas> actuales. Pues me da, que se enteró del horario del bar y a sabiendas de lo que sucedería, prefirió acortarla.

El grupo de los siete veteranos senderistas, nos encontramos en el pequeño pueblo de Robledondo (en torno a los 200 habitantes) situado en la vertiente más oriental de Santa María de la Alameda; conjunto municipal al cual pertenece. El histórico pueblo de Robledondo, data de tiempos de la reconquista -siglo XIV- y al parecer debe su nombre a los bosques de robles de la zona. Según el antiguo alfabeto Ogham de los celtas, el <Duir> es la puerta del conocimiento y el druida; su protector y alumno.

Desde la Av. Cardenal Cisneros y ctra M-535, marchamos hacia el suroeste, pasando junto a la Iglesia de San Ramón Nonato y salimos del pueblo por la c/. Duque de Alba; viendo una baliza de red de Caminos Antiguos de Santa María. En la bifurcación con barrera y paso canadiense, seguimos ligeramente a la izquierda por la Senda de la Solana (muy desdibujada) y luego Camino del Hontanillo; después de dejar un desvío a la derecha.

Ignorado un segundo desvío a derecha, dejamos una pequeña cantera a izquierda y ya en el fuerte descenso que lleva hasta el Área Recreativa del Puente del Río Aceña, también a siniestra; se ven los restos de una edificación perteneciente a otra cantera de piedra situada más atrás. El verdadero camino hace unas eses, pero nosotros envalentonados, seguimos pendiente abajo.

Al avistar dos casas a la derecha, dejamos el camino que lleva a la carretera y giramos para ir hacia ellas, pasamos al pie y bajamos al comienzo de la Senda del Hornillo (1:10h - 3,4km – 1.168m); punto más bajo de la ruta y metros antes de cruzar el Arroyo del Hornillo. Andado algo más de medio kilómetro, en ligero ascenso y entre pinos resineros y silvestres, da comienzo la auténtica senda, que en poco nos lleva a la Chorrera Baja; la más conocida y única; que se disfruta en el recorrido oficial.

Una vez visto, como el agua se desliza unos diez metros sobre la roca de gneis -que con menos caudal gana en belleza- proseguimos la marcha por la preciosa senda que transita junto al arroyo y que sorprende a todos mis acompañantes ¡pues ninguno la conocía! Llegados al punto en que se vadea el arroyo, éste viene muy crecido y nos obliga a seguir por la derecha, dándonos cuenta que no somos los primeros en haber tomado esta decisión, pues hay un rastro más que evidente.

Después de un segundo intento que tampoco vimos factible y casi quinientos metros después, llegamos al Arroyo de Majadahonda -metros antes de unirse al del Hornillo- consiguiendo salvarlo y seguidamente también pasamos el Arroyo del Hornillo, el cual remontamos en busca de la Chorrera Alta que; aunque sin un salto tan espectacular, tiene unos cien metros de longitud.

Es momento y hora de tomar un primer tentempié, bueno el Sr. Victorino se mete entre pecho y espalda un tentensentado; tanto que, dado que poco después se separará del grupo para seguir su acortado trayecto, dejamos que se lo trajine en paz. En éste lapsus de tiempo, la niebla se ha dejado caer y nos deja sin visibilidad más allá de doscientos metros.

Alejándonos del arroyo, subimos hacia un camino de tierra y siguiéndolo a izquierda llegamos a la loma, por la que bajamos hacia el collado que separa los valles del Hornillo y del Aceña. En el camino, nos perdemos las vistas: del Embalse de la Aceña y por encima, Peguerinos. Hacia la izquierda, Santa María de la Alameda y Navalespino; y a lo lejos, la nevada Sierra de Gredos.

Desistimos por tanto de llegar hasta el Mirador del Hornillo y por una senda/atajo, entroncamos con la Senda del Hornillo y descendemos su fuerte pendiente del 39%; en línea recta hacia la casilla blanca del medidor de caudal del Río Aceña; una vez en el yermo valle de la Aceña (3:06h - 7,9km), viramos a derecha y tan felices nos proponemos vadear el Arroyo del Tobar.

Si pensábamos que lo habíamos pasado mal en los cruces de los arroyos anteriores; es que no teníamos ni idea de lo que nos esperaba. Después de dispersarnos los seis, en busca de posibles puntos para salvar la corriente y tras media hora y tres lugares distintos; al fin nos vemos todos en el otro margen.

Llegó, por tanto, el momento de afrontar el tramo más duro, casi un kilómetro de subida por terreno pedregosa; que discurre por la linde de las Comunidades de Castilla y León, con Madrid. La senda va sobre el trazado de un antiguo canal, que provenía del pequeño embalse situado por encima del actual Embalse del Tobar. Es una pendiente media del 20% y rampa del 36% que nos lleva hasta una balsa, desde la que se precipitaba el agua a un posible molino o estación hidráulica.

Continuando por la canalización, andamos un corto pero espectacular tramo, que podría denominarse, Caminito del Príncipe, en alusión o comparación con el Caminito del Rey; por supuesto que salvando las distancias. En todo caso, se anda sobre la canalización con huecos entre las piedras que la tapaban y pasando un tramo no apto para quien sufra de vértigo.

Dejado atrás el roquedal del Risco del Galdano, llaneamos hasta llegar al Embalse del Tobar (4:44h - 11,2km) habiendo enlazado antes con otro camino/senda que viene del Alto de las Casas y Las Rentas. Luego de otro descanso para reponer energías, subimos hasta el Puerto de Malagón; paso de la Cañada Real Leonesa Oriental.

Junto con la Leonesa Occidental, es la segunda más larga con 700 kilómetros. Va desde los “Puertos de Valdeburón”, al NO de Riaño, cruza la provincia de León y Palencia capital, pasa por Valladolid y cruza el Río Duero. En la provincia de Segovia pasa por Coca y Villacastín, penetra en las provincias de Ávila, Madrid y Toledo y atraviesa el Río Tajo en Puente del Arzobispo. Pasa por Cáceres y entra en Badajoz, cruza el “Embalse de García Sola”, pasa por Llerena y finaliza en las dehesas del TM de Montemolin. 

Con el grupo fraccionado, por delante me acompañan José y Vicente y por detrás a tiro de honda; Ángel, Fernando y Rafa, de coche escoba, pasamos por el puerto sin tregua ni para una foto. La subida comienza dejando el Camino/pista de la Cancha y siguiendo recto sin senda aparente y siempre muy cercanos al vallado que delimita los términos municipales de Santa María y San Lorenzo de El Escorial.

Después de sortear un primer roquedal, pasamos a tierras de San Lorenzo, entrando en el Monte Público nº 46, transitando por la zona de la Solana del Ventisquero, sobre suelo rocoso y entrando en zona boscosa; donde hay la opción de pasar al otro lado del cercado; aunque nosotros preferimos seguir con la alambrada a nuestra derecha, que es donde se encuentra el vértice geodésico.

La subida culmina en el Cerro de la Cabeza (6:10h - 15km - 1.679m), punto más alto de la ruta; donde después de las pertinentes fotos y reagrupados de nuevo, pasamos al otro lado de la valla y enfilamos la definitiva bajada que nos devolverá al punto de partida. Pero dada la lentitud de la marcha (2,6 km/hora) y la patente amenaza de la niebla cada vez más espesa; aviso de que no paro hasta llegar a Robledondo.

El grupo, parece no haber escuchado o no les interesa mi conato, al que solo responde Vicente -el veterano legionario- qué con un extremado control metabólico del frío, ha aguantado toda la ruta en manga corta. Obviando las curvas del Camino de la Cancha, bajamos rectos y siempre cercanos al muro de piedra.  Al pasar junto al Área Recreativa; echamos la vista atrás, viendo que José también ha dado un acelerón y se nos acerca.

Entre que aflojamos un poco y él, que aprieta un mucho; nos da alcance, al dejar la pista por la apenas visible senda, que se abre a derecha y que se transforma en el Camino del Venero, al entrar en la zona del mismo nombre. Con el rumor del Arroyo Venero, traspasamos una cancela y a falta de Fernando; es José el encargado de cerrarla.

Solo nos resta andar la c/. Arroyo Venero con un buen firme y terminar en la ctra M-535; a las puertas del Bar Avenida, que acaba de cerrar y poner el letrero de hora de siesta. Repartidas las medallas, oro, plata y bronce, a suertes, ya que hemos entrado al mismo tiempo; la nota la pone el amigo Victorino, que nos dice que ha matado el tiempo con otro pedazo de bocadillo de bacon y una cerveza. Ya decía yo, que se barruntaba algo y con su déficit físico; encontró la excusa perfecta. 

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