Buitrago del Lozoya, es un
pequeño municipio de 26,50 kilómetros cuadrados, que lo sitúa en el puesto 116
de la Comunidad de Madrid por superficie. Se encuentra en el centro/norte entre
los T. M. de La Serna del Monte, Gascones, Villavieja del Lozoya, Gargantilla
del Lozoya, Garganta de los Montes, Lozoyuela, Puentes Viejas y Piñuecar.
Tiene una población en torno a los dos mil habitantes;
cuyo gentilicio es
buitragueño. Está comunicado por la A1 y carreteras locales
con los pueblos vecinos. El transporte público lo cubre las
líneas 191 y 196 desde el
Intercambiador de Plaza de Castilla; siendo cabecera de otras líneas con los
pueblos del entorno de la Sierra Norte.
Entre otros puntos de interés tiene la muralla árabe, la iglesia de Santa María del Castillo con su torre mirador, el Puente del Arrabal, el Museo Picasso, etc, etc. Situada
sobre lo que podría denominarse una península, está Buitrago del Lozoya, rodeado por el río que le
da nombre y que se agranda al ser retenido en el Embalse de Puentes Viejas.
El
inicio se ha situado al comienzo de la c/. Real, por la que se adentra en el
núcleo del pueblo, encontrando en primer lugar la Plaza Picasso; donde está el ayuntamiento que comparte edificio con
el Museo Picasso.
Prosiguiendo
por la misma calle se llega a la Plaza
de la Constitución y su Fuente
de agua fresca, llamando la atención la Torre
del Reloj, torre albarrana de 16 metros de altura que forma parte de la
muralla y única que queda en pie de las cuatro que tuvo. Es gótica, del siglo
XIV-XV y su construcción fue impulsada por el Marqués de Santillana, el
de Las Serranillas.
Por
la corta y estrecha c/. del Arco, y a través de un doble arco de herradura y
otro ojival, y trazado en recodo (bajo la torre) se entra por la puerta
principal a la zona intramuros, trasladándonos a plena Edad Media. Visitada la Iglesia de Santa María del Castillo y
admirado de su artesonado de madera con escudos pertenecientes a las familias
más influyentes; se accede desde su interior a la torre campanario, previo pago
de 1€ y subidos los ciento diez escalones, se disfrutan de las vistas.
Al
salir de la iglesia se cruza la Plaza de los Caídos y se sale del recinto
amurallado por una barbacana y bajando
las escaleras se llega al Puente del
Arrabal <Puente Viejo, para los locales>, sobre el Río Lozoya; obteniendo una nueva
perspectiva, así como una vista del puente nuevo sobre el que pasa la ctra N-I.
y los aficionados al piragüismo que practican en el río.
Nota: desde el puente y en menos de un kilómetro se llega hasta el Mirador de Buitrago, dejando la EDAR a la derecha, cruzando después el Arroyo de la Cigúeñuela y subiendo una cuesta de ochenta metros; depende de las fuerzas y ganas acercarse hasta él y disfrutar de la incomparable vista.
Siguiendo
por la c/. Piloncillo, desde un balcón se tiene la mejor vista del puente viejo
y pasado bajo el Arco del Piloncillo,
se vuelve a entrar en la zona amurallada. Torciendo a izquierda dos veces
seguidas se entra en la c/. Cortijos y se accede a la muralla baja, un estupendo paseo de cuatrocientos metros;
sobre lo que está considerado, Monumento Nacional desde 1931.
Con
las estupendas vistas hacia fuera y rodeando el jardín medieval, el paseo sobre
la muralla finaliza en la Puerta de la Coracha,
tercer acceso al recinto amurallado y al pie del Castillo del Marqués de
Santillana (s. XIV-XV) o Castillo Palacio; situado en el extremo
sureste del recinto. Su arquitectura en ladrillo y mampostería evidencian su
origen mudéjar.
Fue residencia del Marqués de
Santillana y su familia, futuros duques del Infantado. En él
residió la reina Juana de Portugal y
su hija Juana la Beltraneja; y
también acogió, a los reyes Juan II y Felipe III asiduos invitados de
los Mendoza.
El
edificio que también merece una visita, está cerrado por reformas desde hace
tiempo. Entre la entrada a la fortaleza y la del recinto, se encuentra uno de
los elementos más curiosos de la zona; una catapulta. Que según cuentan los guías de turismo, se trata de la
primera arma bacteriológica de la historia; ya que utilizaban como munición
a personas que tenían enfermedades contagiosas.
Saliendo
del recinto se ve un apéndice de muralla, que une el castillo al río, se trata
de la Coracha; uno de los elementos
más importantes de la muralla y mejor conservados. Era el acceso y salida de la
fortaleza, en caso de asedio.
Una
vez pasado bajo el Arco de la Coracha,
el paseo sigue una senda junto al río, hasta salir al Paseo del Río Lozoya. Éste tramo no es recomendable con
niños, ni personas que no practiquen el senderismo. Por lo que es aconsejable seguir desde el arco, por la
calle Paseo del Río Lozoya.
Una
vez en el punto coincidente, se continua hasta el parque y dejándolo a la
derecha se interna bajo la loma del pinar, llegando por una bonita senda al Mirador el Pinarcillo; una distinta
vista del río, la muralla y el castillo.
De regreso al Paseo del Río Lozoya, se desandan unos metros y se tuerce a la izquierda por c/. de la Soledad, para finalizar el paseo en la Av. de Madrid.
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