Tipo de Ruta: Circular Dificultad:
B / M (IBP: 57) Recorrido: 13,9 km
Ciclable: NO
Tiempo Total: 4:23 horas Tiempo en Movimiento: 3:05 horas Altitud mínima: 1.220 metros
Altitud máxima: 1.583 metros Desnivel positivo: 376 metros Desnivel negativo: 373 metros
Desnivel acumulado: 749 metros Fuentes: SI Sombras:
75%
Recomendada: todo el año Realizada: 06-08-2020 Señalizada: NO
Descripción:
No voy ahora a descubrir la
gran variedad de nombres, que el senderista está acostumbrado a oír y cuando
llega al lugar, no encuentra la similitud o parecido. El trazado de ésta ruta
tiene dos motivos, el primero ver hasta qué punto acertaron con los que vamos a
encontrar y el segundo, andar la Senda
de Las Pesquerías Reales; desde el Puente de Navalacarreta hasta el comienzo
del Río Eresma.
El punto de partida, puede
ubicarse también en el Área Recreativa Boca del Asno, nosotros hemos
preferido éste, junto al Puente de la Cantina; por ser el punto más cercano, ya
que venimos de Madrid. La ruta de hoy voy
acompañado de Angel y Victorino, que le están dando un repaso a la Sierra de
Guadarrama y les he convencido hoy, para dejarla por el valle de Valsaín.
Pasando sobre el Arroyo del Puerto del Paular (aunque el letrero indica Río Eresma) por el Puente de la Cantina, dejamos a la izquierda la Fuente de la Canaleja
y seguimos la senda del GR-10.4
y Camino de la Canaleja, en dirección al Puerto de Cotos
(antiguamente del Paular), con la perspectiva de casi tres kilómetros y
trescientos metros de subida; para alcanzar la máxima altura del recorrido.
Cruzado el Arroyo de las Lombrices, en la primera bifurcación (metros antes del Arroyo
del Cancho); dejamos la variante del gran sendero y virando al noreste, pasamos
por un cargadero de madera y con el camino cubierto de helechos llegamos al encuentro
de la pista forestal. La seguimos a siniestra, girando al oeste y conseguida
esa dirección (0:43h – 2,8km – 1.619m), alcanzamos la máxima altura del
recorrido.
Sobre medio kilómetro después
está la Fuente
de la Peseta, poco después se vuelve a
cruzar el incipiente Arroyo de las
Lombrices y en el siguiente cruce,
abandonamos el buen camino por la senda de la izquierda, por la que andamos
solo doscientos metros, pues en el desvío torcemos a la derecha y retomamos dirección
norte.
Aún tenemos por delante
sobre dos kilómetros con ligera bajada, en cuyo tramo cruzaremos el Arroyo del Retamar, rodeado en todo su entorno de un gran número de acebo, veremos la Fuente del Charco las Rana, señalizada y situada a cinco metros de la senda; y
a continuación vadeamos el Arroyo de
Camaliebre.
Iniciado el repecho, en breve
hay un nuevo desvío, en que toca giro a la derecha, una senda bien definida por
la andados cuatro pasos, doblamos a la izquierda y entramos en el Cerrillo de Cagalobos; un capricho que
me doy y brindo a mis pacientes acompañantes. El nombre tiene que venir de
largo, pues hoy por hoy, como mucho pudiera llamarse de <cagajabalis>
porque es lo que vimos poco antes.
Ésta variante puede
obviarse, continuando hasta la próxima bifurcación, donde se gira a la
izquierda y metros después se insiste a siniestra, para estar en el mismo
camino, al que nosotros accedemos. Pocos metros después abandonamos la senda y
monte a través; atajamos para llegar al famoso bolo del Cojón de Pacheco.
Que a un peñasco solitario y más o menos
ovalado se le llame cojón, no es tan raro, aunque a primeras lo parezca. Pues a
más de la similitud (que la hay) existe un parentesco lingüístico, ya que a
estos peñascos aislados se les denomina castizamente; tormos o tolmos y uno de
los ejemplos más conocidos lo tenemos en el Tolmo de la Pedriza.
Las voces tienen su origen en
la raíz indoeuropea 'tur-' (bulto, hinchazón), que derivó en turma; testículo, criadilla de tierra. Así las cosas, los montes están llenos de
<cojones> aunque a saber y según habladurías populares, sólo éste tiene
el nombre relacionado con el atributo del petulante vecino.
El tal Pacheco era, según
chismorreo popular, un fanfarrón de Valsaín que se jactaba de satisfacer cada
noche a varias mujeres y al que sus vecinos con sorna, decidieron nombrar el
tolmo más grande de la zona, con el susodicho nombre de su hombría; ya que,
para sacarle tanto jugo, esa parte suya tenía que ser de tamaño similar.
Salimos del piedrolo por su senda,
viendo en la salida el letrerito que lo indica. Continuamos en descenso unos trescientos
metros hasta un canchal situado a la derecha, momento en que hay que internarse
a la izquierda y sin senda definida, en menos de doscientos metros está la gran
laja que han dado en llamar; el Colmillo
del Diablo.
Prosiguiendo en el mismo
sentido, en dos zancadas estamos sobre senda reglamentaria, que seguimos a la
derecha y más adelante se convierte en un magnifico camino que baja a la ctra
CL- 601; luego de salvar un paso con barrera y alambrada. Al otro lado de la
carretera y ¡librada otra alambrada! Llegamos al Puente de Navalacarreta, pasamos a la ribera izquierda del Río
Eresma (3h – 9,6kim – 1.231m) y estamos en la Senda de las Pesquerías Reales.
El camino realizado a
petición del rey Carlos III, muy aficionado a la pesca, transita junto al cauce
y dispone de numerosos puntos estratégicos; para el disfrute de ésta práctica.
La solida senda, se mantiene
en bastante buen estado y es un placer recorrer, los doce kilómetros que
comprende; desde el Embalse del Pontón Alto y ctra CL-601, hasta el Puente de
la Cantina.
Escuchando el rumor del agua
y a la sombra de altos pinos, pasamos junto a la Peña de la Barca (con el sello real) y la angostura en el río, de
la Boca del Asno; unos metros antes
del puente por el que se accede al Área Recreativa del mismo nombre.
Pasando sobre el Arroyo de las Cárcabas, Arroyo de
Navalazarza y el Arroyo del Tesoro,
llegamos al comienzo del Río Eresma; que toma cuerpo en la zona de Los Vadillos, donde
se une el Arroyo del Puerto del Paular; por la izquierda y más cercano a la carretera,
con el Arroyo Minguete o del Telégrafo (pues ambas corrientes se han unido poco más
arriba), por la derecha.
Aquí en el río, ya se ven
unas buenas piscinas naturales, que se conocen como Los Vadillos, pero habrá
que andar unos pasos aguas arriba del arroyo, para ver las más preciadas pozas
o charcas; los Baños de Venus.
De nuevo en la senda, se cruza el Arroyo Minguete y se sube junto al otro hasta
la carretera, finalizando la interesante, atractiva y refrescante ruta.
Conclusión: Las lombrices en el Arroyo de su nombre, se ha
resulto. La Fuente de la Peseta, me parece que salió cara. En la Fuente Charca
de las Ranas, no escuchamos a ninguna. El Cerrillo de Cagalobos, ni lobos, ni cagadas. El Cojón de Pacheco, un bolo muy
ajustado a la definición de cojón. El Colmillo del Diablo, no me gustaría encontrar
al demonio con un dolor de muelas con tal tamaño de pieza y Los Baños de Venus, que esa tal Venus, era
de conformar y se bañaba en cualquier charco.
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