Alameda del Valle, Arroyo de la Sauca, Pradera del Palancar, Arroyo de Varcialengua, Hoyo Cerrado, El Sabucarejo, Peña Gudilla, Pradera Gudilla, Arroyo de Regato Burro, Arroyo del Horcajo, El Pradillo, Senda R2, Camino de Segovia.
Tipo de Ruta: Circular Dificultad: Alta* (IBP: 105) Recorrido: 16,42 km Ciclable: NO
Tiempo Total: 6:38 horas Tiempo en Movimiento: 5:42 horas Altitud
mínima: 1.120 metros
Altitud máxima: 1.953 metros Desnivel positivo: 977 metros Desnivel negativo: 975 metros
Desnivel acumulado: 1.952 metros Fuentes: NO Sombras:
30%
Recomendada: Primavera / Otoño Realizada: 06-11-2017 Señalizada: NO
Descripción:
Luego
de dar la bienvenida a dos nuevos integrantes, Carlos y Emilio, iniciamos la
ruta en la entrada del pueblo; junto a la ctra M-604 (km:22), en la c/. del Río. Los siete integrantes que formamos hoy el grupo del Gsta, partimos de los 1.130 metros, sabiendo que tenemos que subir hasta los 2.014 de Hoyo
Cerrado, a los pies de Los Pelados, en Los Montes Carpetanos (Sierra de
Guadarrama).
En
la historia escrita por autores grecorromanos, referente a la conquista y geografía
de la Península Ibérica. Ya mencionaban a los carpetanos, entre los pobladores de
la meseta. Que también sufrieron el paso del ejército cartaginés, comandado por
Aníbal Barca.
Los
carpetanos formarían parte del grupo indoeuropeo o «protocéltico». Cuyas raíces
llevan a la Edad del Bronce final en una extensa área del centro peninsular, a
partir del siglo IV a. C.,
Mas
tarde, los romanos denominarían esta zona como Carpetania, reservándola para el
descanso de sus legiones, tras las durísimas campañas contra celtíberos y
lusitanos.
Por
un camino de tierra, pasamos bajo la carretera, junto al Arroyo de la Sauca,
con el que andamos hasta cruzarlo. Poco más adelante en la bifurcación,
continuamos de frente, superamos la finca de Roble Gordo y dejamos la
pista a los (2,2km), para continuar por otro camino a la diestra. Por el que
sólo andamos unos metros, pues lo abandonamos en cuanto vemos la senda que
parte a izquierda.
Esta
transita por un robledal y nos devuelve a la pista dejada anteriormente
(2,98km), alcanzada la zona de El Palancar. Finalizando en una explanada
que me permito bautizar como Pradera del Palancar (4,64km – 1.561m).
En
este punto, Emilio decide no continuar, visto el gran esfuerzo que le ha
supuesto llegar aquí y faltando la mayor parte del exigente trayecto. No
permitiendo que abandonemos todos, regresa con tranquilidad al pueblo donde nos
espera.
Intentando
imprimir un ritmo más fuerte, seguimos desde aquí una senda, que por momentos
más visible y otros menos, nos guía hasta el Arroyo de Varcialengua (2h
– 5,74km), lugar en el que comenzamos a ver infinidad de magnificos acebos.
Ascendemos
buscando la colina que se descuelga desde la misma sierra de Guadarrama. El
tiempo cambia a cada instante, viendo como el lugar al que nos dirigimos
desaparece por la niebla.
Entramos en el T.M. de Pinilla del Valle, deambulando
por la cima, buscando el mejor paso e intentando subir lo mínimo; pues
sabemos que tendremos que bajar a la gran depresión situada a nuestra izquierda.
Sobre
los 7,76km, alcanzamos los 1.953 metros ¡que resulto ser!, el punto más elevado de la ruta. Nos dejamos caer entre
el matorral que viste una preciosa cencellada y nos empapa la ropa.
Acto
seguido de pisar terreno llano y despejado, por fin, nos dirigimos a nuestro objetivo;
pues esta a tiro de piedra. Empero la niebla volvió a bajar, todo se ensombreció
y desistimos de continuar el itinerario planeado, que culminaba en Hoyo Cerrado
y continuaba el retorno por el espinazo que se alza a nuestra izquierda.
Estamos
a 1.927 metros, son las 14:00 y hemos andado 8,3km. Hacemos las oportunas fotos,
que den fe de nuestro "éxito" y acometemos el regreso. Estando todos de acuerdo,
en no hacerlo por el mismo camino que hemos venido; la única salida es bajar
junto al curso del Arroyo de Hoyo Cerrado, todo lo posible, que resulto
ser casi un kilómetro (9,13km).
Dejamos el arroyo y ascendemos a la loma de, El Sabucarejo y por ella bajamos franqueando Peña Gudilla, para conseguir posarnos en la pradera que avistamos. Nuestro "el dorado" en el día de hoy.
Este fue
sin duda el tramo (kilómetro y medio), más complicado por la abundante
vegetación, teniendo que abrirnos paso entre: enebros rastreros, helechos, jaras,
piornos, retamas y alguna que otra zarza. Zigzagueando y pisando los helechos, por donde mejor se andaba; logramos hollar la deseada Pradera
Gudilla (10,7km); nombre que también me he permitido asignar, al considerar
que este gran espacio lo merece.
He de mencionar que a Carlos, se le rebelo su talón de Aquiles, por lo que sólo él sabrá lo que le costo vencer esta travesía.
Puestos
a buscar un rastro que nos lleve al arroyo, descubro una senda muy bien
perfilada, aunque se nota que ha caído en desgracia, pues esta desapareciendo bajo
la vegetación. Aunque nosotros no le ponemos reparos, al revés, nos parece un
premio a las penurias que hemos sufrido.
Alcanzada
la corriente (11km), prácticamente en la unión del Regajo del Burro y el
Arroyo del Horcajo, la senda se hace más visible y conectamos con el
track que nos llevo a Hoyo Cerrado.
La
vereda es fácil de seguir, transitamos a los pies de la Loma de Peñas
Crecientes, y muy cerca de la corriente, a la que poco más abajo se unen
las aguas ya mezcladas de los arroyos de; Hoyo Cerrado y Varcialengua.
Tomando desde aquí el nombre de Arroyo de la Sauca, que se mantendrá hasta
desembocar en el Río Lozoya.
A
cada metro la senda se amplia, siendo tragada por un bonito camino, alfombrado
con hojas de roble, donde se ve un letrero que indica el paso del R2 (ruta local). El
camino se convierte en pista forestal y más tarde se le une por la derecha el Camino
de Segovia (13,2km).
Ya solo queda andar por la amplia vía, y luego de
cruzar dos veces el arroyo, regresamos al núcleo urbano.
Los comienzos de Alameda del Valle, se remontan al
año 1302, según textos documentados. Cuando caballeros castellanos repueblan
las tierras de la sierra y fundan los quiñones de Valdelozoya; un paso más en
la reconquista de la meseta. Estas tierras pertenecerían al Sexmo de Lozoya
(Comunidad y tierra de Segovia), hasta que a principios del siglo XIX paso a
formar parte de la provincia de Madrid.
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