Soto del Real, Embalse de los Palancares, Senda de la Avutarda, Arroyo de Matasanos, Cordel de Prado Herrero, Praderas de Hoyo Cerrado, Arroyo de los Vitros, Miradores, Majada de la Porra, Senda de la Ladera de la Plata, Camino Forestal, Retén/merendero, senda del Pastizal, Arroyo del Mediano
Tipo de Ruta: Circular Dificultad: Media (IBP: 72) Recorrido: 12,6 km Ciclable: NO
Tiempo Total: 4:30 horas Tiempo en Movimiento: 3:47 horas Altitud
mínima: 1168 metros
Altitud máxima: 1782 metros Desnivel
positivo: 714 metros Desnivel
negativo: 714 metros
Desnivel acumulado: 1428 metros Fuentes:
NO Sombras:
10%
Recomendada: todo el año Realizada: 23-10-2017 Señalizada: NO
Descripción:
Tres años hacia que
tenía ganas de hacer esta ruta. El porque no la acometía era debido a dos
razones: la primera, el aislamiento en que esta situado Hoyo Cerrado; y
segunda, llegar en coche al punto más razonable para iniciar la caminata. Hoy
amparado en el “GsTa”, cumplo el deseo de realizar esta marcha clásica; del
montañismo pedricero, a pesar de estar ubicada fuera del entorno propio de La Pedriza.
Al punto de inicio en
el “Cordel de Prado Herrero”, se puede acceder desde Soto del Real, o desde la ctra M-608, kilómetro 19,8. Por lo que aconsejo seguir cualquier de los dos tracks, que llevan al pequeño aparcamiento, en la entrada a la Hoya de San Blas.
Como última
información, decir que las pistas tiene momentos en que están relativamente
bien conservadas y otros en que están bastante mal. Por lo que se puede decir
que la aventura comienza desde que se deja el asfalto. Nosotros hoy hemos
tenido suerte.
Y entramos en faena
echando a andar a las 09:35, desde la cota de los 1.160 metros. Cruzamos la
barrera y caminamos sobre una esplendida pista que es la Senda de la Avutarda. Poco más del kilómetro, se ve una senderita a
la izquierda que parte al Collado de la Ventana; y casi a los dos km, esta el
desvío que nos lleva a las praderas de Hoyo Cerrado.
Dejar la pista y
ponerse de pie el camino, es lo que nos pareció; pues el Cordel de Prado Herrero, que es por donde estamos transitando, nos
parece una pared, más que un camino para andar, por lo que cada uno se adecua a
su ritmo para subir esta muralla. Superado el tramo más exigente, traspasamos
una pista (0:50h - 2,43km) y proseguimos por una cuesta más normalita, tras el
rastro de una senda que apenas se distingue entre el pinar.
Y llegamos a la
primera zona de zetas (3,49km), que suaviza y mucho la pendiente. Pero se ve
que los motores están a tope de revoluciones; porque la mitad del grupo, pasa
de revueltas y tira para arriba sin miramientos. Otros somos más respetuosos o ¿estamos
más cansados? y recorremos todas las curvas.
Luego de andar un
corto trozo, diríamos que llano, nos encontramos con el segundo grupo de zetas
(4,97km). Concluidas estas revueltas, damos cuatro pasos y logramos nuestra
meta, pisar Hoyo Cerrado (1:50h - 5,40km) y sus praderas. Reconociendo que ha
merecido el esfuerzo para arribar aquí.
La vista de esta
planicie; custodiada por La Cuerda Larga -donde destacan los riscos de Bailanderos- y El espinazo que se
descuelga hacia Peña Lindera y Las Torres de La Pedriza, es simplemente inigualable. A lo que hay que
sumar la paz y el silencio que reinan.
En lo alto de este valle, esta “El Ventisquero del Ratón”,
utilizado en tiempos pasados para recoger nieve; que se bajaba en carruajes a la Hoya de San Blas y desde allí
a Soto del Real y por último a Madrid.
Agotaba la nieve en este ventisquero se explotaba “El
Ventisquero del Algodón”, situado en la vertiente norte de La Cuerda Larga. La
nieve de éste, se llevaba al Puerto de la Morcuera y desde allí se trasladaba
por el Camino de la Nieve, a Soto del Real.
Luego de tomar
las obligadas viandas, junto al origen del Arroyo
del Mediano y capturadas las variadas vistas que tenemos. Salimos de esta
hondura con dirección Norte y poco después tomara al Este, transcurriendo la senda por la cara Sur de la Loma de Bailanderos.
Después de cruzar
un arroyo sin nombre y el Arroyo de los
Vitros, vemos un grupo de rocas a unos metros por debajo de la senda,
constituyendo un excelente mirador y en las cuales, no pudiendo resistirnos a
posar en él. Reanudamos la marcha y volvemos a encontrar otro mirador,
aunque este menos llamativo.
Disfrutando de las
magnificas vistas de parte de la cara oculta de La pedriza y el Hueco de San
Blas, llegamos a la Majada de la Porra
(3:25h - 7,9km); viendo una especie de andamio que nos llama la atención. Cavilando que podrá ser -si restos de una cantera o una cueva- nos acercamos hasta él y cual es nuestra sorpresa al tratarse de una jaula ¡y no es la única! pues al menos vemos dos más.
Parece ser que están destinadas a cazar cabras, ya que en esta
zona hay exceso de ellas y las trasladan a otros parques o zonas deficitarias.
Resuelto el
enigma, desandamos unos metros y proseguimos nuestro recorrido por un camino,
que pronto dejamos para seguir una bonita senda por la Ladera de la Plata; y que desemboca en la segunda pista forestal,
casi donde hay un puesto de retén de bomberos, que un grupo de personas esta
aprovechando para comer.
Continuamos y
llegamos a la unión de las dos pista forestales (4:10h - 11km), donde han
colocado un hito monumental del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.
Seguimos unos metros y superado el paso canadiense, giramos a la derecha y nos
dirigimos al pastizal situado en el centro del Hueco de San Blas.
Parece ser que este lugar fue el primer asentamiento del actual
Soto del Real. Era un grupo de cabañas, al que se conocía como “Casas
Quemadas”. Mas tarde en época de la Reconquista, se ubicaron en el actual
lugar, conociéndose como “Chozas o Chozas de la Sierra”. En el siglo XIII, se
produce el litigio entre los concejos de Madrid y Segovia; por el dominio de
las tierras situadas entre la Villa de Madrid y la sierra, que afectan a;
Chozas, Colmenar y Porquerizas (Miraflores). Incorporando el rey Juan I, en
1389 estas tierras al Real de Manzanares.
Y el 31 de diciembre de 1568, Felipe II concede a Chozas de la Sierra la exención del Real de Manzanares con todos los atributos y signos de poder, “horca y cuchillo, picota, cárcel y cepo”.
Dado que pastaba un gran rebaño de ganado bovino, que alguno
interpreto como “bravo”, el grupo se dispersa, reagrupándonos poco antes de
cruzar el Arroyo del Mediano, que al
tener un caudal muy bajo, cada cual vadea por donde mejor le parece.
Terminada la
aventura ganadera y fluvial, aparecemos en la pista a pocos metros del inicio, dando
fin a esta buena; bonita; y exigente ruta.
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