Manzanares el Real, La Pedriza, Canto Cochino, PR-M2, Arroyo de los Pollos, Arroyo de la Ventana, Callejón de las Abejas, Aguja del Sultán, Los Hermanitos, La Bota, Collado del Miradero, PR-M1, Las Milaneras, Los Tres Cestos, Cancho Centeno, Los Llanillos, Vereda de los Forestales, Collado Cabrón, Cancho de los Muertos.
Tipo de Ruta: Circular Dificultad: Alta (IBP:102) Recorrido: 14,5 km Ciclable: NO
Tiempo Total: 6 horas Tiempo en Movimiento: 4:17 horas Altitud
mínima: 1025 metros
Altitud máxima: 1882 metros Desnivel
positivo: 996 metros Desnivel
negativo: 996 metros
Desnivel acumulado: 1992 metros Fuentes:
NO Sombras:
10%
Recomendada: todo el año Realizada: 25-09-2017 Señalizada: NO
Descripción:
Hacer una ruta por La Pedriza, implica dificultad. Si
asimismo es por La Pedriza Posterior, al esfuerzo habría que añadir dotes de
orientación. Y si a lo anterior, sumamos que vamos a franquear una zona, sin
senda conocida, tenemos un reto, en el cual sabemos a la hora que comenzamos,
pero muy posiblemente no acertaremos con la de regreso. Y eso es precisamente
lo que me ocurrió.
El grupo compuesto por seis buenos andarines, inicia la marcha sobre las 09:40, desde Canto Cochino, teniendo como primera meta, La Aguja del Sultán, casi al final del Callejón de las Abejas.
Marchamos sobre el PR-M2, más conocido en este tramo, como La
Autopista, no tanto por el suelo que pisamos, sino por la gran afluencia de
personas que lo suelen transitar.
Acompañados del casi seco, Arroyo de la Majadilla, vamos
ganando altura en dirección Norte.
Sobrepasado el desvío al Collado Cabrón, dejamos a derecha,
el camino que lleva al, Refugio Giner.
Vencemos una primera pendiente, hasta un mirador; desde el que se contempla perfectamente el peñasco de, El Pajarito. La vereda nos da un respiro y llaneando, dejamos un vivac, a la izquierda y unos metros más adelante, giramos a derecha (2,9km), para cruzar el Arroyo de los Pollos.
Vencemos una primera pendiente, hasta un mirador; desde el que se contempla perfectamente el peñasco de, El Pajarito. La vereda nos da un respiro y llaneando, dejamos un vivac, a la izquierda y unos metros más adelante, giramos a derecha (2,9km), para cruzar el Arroyo de los Pollos.
Esta vez no supone ninguna dificultad y no necesitamos
utilizar la pequeña pasarela, que hay unos metros más arriba. A partir de aquí,
ya se puede catalogar la subida, como “durilla”. Transcurre a poca distancia del
arroyo y con las eses típicas para suavizar la pendiente. Hemos dejado a
derecha el peñasco de, El Pájaro y Cancho Butrón. Al ver una gran piedra a
la derecha de la senda, se une por la derecha, el Arroyo de la Ventana (3,52km).
Proseguimos con este, aguas arriba <lo de aguas, es un
decir>, la cuesta se endurece aún más, rebasamos el ramal que lleva a Cuatro
Caminos y trescientos metros más adelante, cruzamos el seco cauce del arroyo (11h
- 4,2km – 1.482m). Y como afirma la frase <toda situación es susceptible de
empeorar>, aquí la rubrico. Pues entramos en la, travesía del Callejón de las Abejas.
La senda por la que hemos subido, desaparece y tenemos casi que trepar; para remontar la pendiente,
La senda por la que hemos subido, desaparece y tenemos casi que trepar; para remontar la pendiente,
desértica y pedregosa, con rampas que alcanzan el 47%, hasta conseguir
la bifurcación (4,67km – 1.652m), donde dejamos el “callejón”, en el que por
cierto ¿no hemos visto una sola abeja? Lo de los nombres en ciertos lugares,
daría para una tesis.
Un esfuerzo más y pisamos un colladito, a pocos metros de la
base de La Aguja del Sultán
(11:45h), donde nos tomamos el merecido descanso y la primera de las manducas.
Nuevamente en camino (12:15h), insistimos en la misma
dirección, penetramos en zona boscosa y vamos girando hacia la izquierda.
Pasamos a los pies de, Los Hermanitos
(5,2km – 1.761m), dos altas rocas, que no pudimos contemplar, por el espeso
pinar que lo rodea. Unos metros después, finalizamos el giro que veníamos
haciendo y enfilamos al Oeste, en busca del sendero principal; a través del
nutrido pinar, donde intentamos dejar huella de nuestros pasos, para futuros caminantes.
Luego de atravesar un kilómetro de zona boscosa, conservando
la altitud, enlazamos con el sendero PR-M2 (13:14h – 5,99km). Lo
seguimos a derecha unos trescientos metros y lo dejamos momentáneamente, para
acercarnos a la roca conocida como ¡La
Bota!, que ninguno conseguimos identificar; pues no fuimos capaces de ver;
la bota de andar y menos, la bota de vino.
Desengañados, regresamos a la vía general y proseguimos
subiendo, hasta arribar al Collado del
Miradero o de Prado Poyo (14h – 6,88km – 1.882m), fotos, vista a todo nuestro
alrededor y ¡segundo bocata!
Media hora más tarde, reanudamos la caminata para atacar, Las Milaneras, que pasamos por su lado
oeste, consiguiendo llegar al pie de, Los Tres
Cestos (15:15h – 6,62km).
Volcamos al otro lado de la cuerda y nos enfrentamos a la difícil bajada del, Cancho Centeno, con su rampa del 53%. Que con precaución y paciencia, logramos dejar atrás, casi una hora más tarde, al encontrar una bifurcación (16:10h - 9,25km – 1.570m), poco antes del Collado de la Romera.
Vista la hora, decidimos no pasar más apuros y tomar a
izquierda, la placida senderita que entronca (9,56km), con la Vereda de los Forestales, en la zona de
Los Llanillos. La tomamos a derecha y llegamos al Collado Cabrón (17h - 11,7km – 1.304m).
En este cruce de caminos, desesperados por finalizar la ruta
<o mejor, lo digo en singular>, continuamos por la senda de enfrente, el
antiguo trazado del PR-M1, pasando a los
pies de Peña Horcajo y el Cancho de los Muertos.
La historia que en este paraje se sustenta, trata en pocas
palabras de una banda llamada, Los Peseteros. Estos secuestraron a una moza de
buena familia y se resguardaron en estos riscos. En tanto esperan cobrar la
recompensa, el jefe se ausenta de la guarida, dejando a varios compinches al
cuidado de la chica. Pronto se despiertan los instintos depravados de estos y
en la disputa, muere uno de ellos.
Cuando el líder regresa, se ve en la obligación de impartir
justicia, para no perder autoridad. Ordena al autor que cargue con el muerto
<nunca mejor dicho> y se trasladan a uno de los despeñaderos, para lanzar
al vivo, una vez hay soltado la carga. Este que sabe lo que le espera, forcejea
y resiste los envites del jefe, cayendo ambos y quedando la banda descabezada.
Lo que aprovecha la zagala, para escaparse y extraviarse. Y para saber el final
de la historia, pinchar en este enlace.
La bajada de kilómetro y medio, es vertiginosa y conectamos otra vez con el PR-M1 actual, en media hora (17:37h - 13,2km). Y desde aquí por la despejada vía, recorremos los quinientos metros que restan para dar por concluida la ruta.
La bajada de kilómetro y medio, es vertiginosa y conectamos otra vez con el PR-M1 actual, en media hora (17:37h - 13,2km). Y desde aquí por la despejada vía, recorremos los quinientos metros que restan para dar por concluida la ruta.
Bien contado, Cristóbal. Me duele que remarques como es debido mi valentía sobrevenida en la bajada de las Milaneras
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